En mucho, Emilio Arguello es deudor de un realismo que caracteriza la tradición escultórica herediana. Sus figuraciones reafirman el sentimiento humano. Respecto a Zúñiga o a Olger Villegas — por ejemplo—, representa otra manera de enfrentarse a la naturaleza.

No se trata solamente de temperamento artístico diferente: se trata de un concepto de creación también diferente. Arguello se contenta con plasmar cuerpos en postura natural y sencilla. Su temática es la cotidiana, con mensajes claros y precisos, cosas de todos los días trasformadas en obras de arte: el juego del niño, la caricia, el músico callejero.., Algunas veces va hacia un realismo más expresionista, con un modelado rico en texturas y no con un acabado muy fino, relamido. Estas superficies tersas quedan para los mármoles. Le interesa más tallar la piedra o la madera; también utiliza los plásticos y el bronce.

LFA

En términos generales, sus obras se limitan a los datos ópticos renunciando a la alusión literaria. Su único propósito es traducir un fenómeno natural en valores escultóricos, en sus límites propios sin esforzarse por eliminar detalles, lo efímero y lo contingente.