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 Néstor Zeledón Guzmán

 

 

   
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1993

La exposición de Néstor Zeledon. Publicada por Museo Arte deTaiwán, 1993.

1992

Néstor Zeledon Guzman. Esculturas. Heredia, Costa Rica: EUNA, 1992.

Néstor Zeledon Guzman. Cuentos y relatos del camino. Heredia, Costa Rica: EUNA, 1992.

 

 

   
   

JUANA LAGUNA

 

Al oeste del puerto de Puntarenas, hacia el fondo del Golfo de Nicoya, se encuentra una región de serranías y extensas llanuras donde se halla un pueblecito llamado Copal, en el cantón de Nicoya.
Esta ha sido una tierra habitada, desde tiempos inmemoriales, por gentes sencillas, trabajadoras, cuyos tipos humanos siempre me han llamado la atención por la pureza racial de sus facciones indígenas; aunque en esta época no se consideran de ninguna manera, de ese origen.
Al pie de los cerros y cerca del pueblo está el rancho donde toda su vida vivieron Juana Laguna y sus antepasados.

Yo la conocí un día cuando acompañaba a uno de sus nietos. Fui a saludarla y me enteré de que tenía ciento cinco años de edad y que aún conservaba energías para realizar algunos oficios domésticos, entre ellos las tortillas que palmeaba con sus manos.

 

Dibujo, del autor


También supe que no hablaba nunca y se pasaba todo el tiempo libre sentada en un pedazo de tuca mirando fijamente hacia el monte donde le llamaban especialmente la atención las flores y los pájaros. Generalmente permanecía absorta, sumida en un profundo mutismo y como decía su familia, hundida en sus pensamientos.
No hace mucho tiempo, creo que fue en 1978 me llegó a buscar a casa uno de los bisnietos para decirme:
—Que si tiene el gusto de acompañarnos al entierro de Juana Laguna.
—¡Cómo! ¿Murió Juana?
Sí —me dijo el bisnieto—; creemos que fue en la madrugada. Estaba; durmiendo y continuó tranquilamente con la muerte.
Qué lamentable pérdida —le dije—.
—Sí, pero viera qué cosa más extraña pasó. ¿Se acuerda que no hablaba nunca? Pues habló. Ayer, al anochecer estaba muy desasosegada y miraba inquieta al monte y a las estrellas; y de pronto empezó a hablar, pero en el idioma de los indios. i
¿En qué idioma? ^ . —En el de los indios.
Resulta que ella era la última persona de todo el Guanacaste que hablaba el idioma auténticamente chorotega. No es que fuera muda, sucedía simplemente que desde hace muchísimo tiempo no existía ninguna otra persona con la cual pudiera conversar en su propia lengua, ya que siempre se negó a aprender el español.
Y ¿qué dijo?—insistí—
—No lo sabemos. Durante largo rato habló y habló con unas palabras y sonidos que ya nosotros no comprendemos. Cuando se cansó de hablar, se fue, se acostó, y en la mañana nos dimos cuenta que estaba muerta..
Ante tales noticias, apresuré mi viaje al rancho con la necesidad de enfrentarme a aquel increíble rostro.
Cuando la observé, me sorprendió el gran parecido con muchas esculturas de piedra que había visto en el Museo Nacional. Era como estar viendo aquellas extraordinarias obras, pero en carne y hueso. Aquí fue donde se me reveló, en toda su magnitud, el fenómeno encarnado en aquella mujer. v
Durante miles de años los pueblos chorotegas, procedentes de la gran raza maya quiche, habían habitado todo el territorio de lo que hoy es la provincia de Guanacaste que fue el límite territorial en su expansión hacia el sur.

Estos pueblos hablaban la lengua originaria de la región centroamericana en la que los dioses construyeron el mundo, al primer hombre y a la primera mujer, usando la masa de maíz. El mismo idioma de Gucumatz, Cuculha, Raxa Cuculha, Huracán, ios dioses formadores, los dioses benefactores, el idioma mismo con que Hunahpu e Ixbalanqué hablaban con los animales y las cosas de la vida, el lenguaje del Popol Vuh y de tantos libros sagrados y de la gran poesía del príncipe y guerrero Nezahualcoyotl que nos cuenta del principio y el fin de la creación del mundo.
Todo esto pasaba por mi mente en aquel momento en que sentía que era testigo de la ruptura fatal y definitiva del último fino hilo que nos unía a nuestros orígenes.
¿Sabía alguien de la trascendencia que contenía aquel pétreo rostro que ese día entregábamos a la Tierra?
A partir de ese momento Costa Rica ya no sería la misma, aunque fuera yo la única persona en sentirlo.
En la noche, ya en mi casa, se me ocurrió hojear el periódico del día, casi para sentir el pulso del acontecer nacional en relación con lo sucedido en aquel lugar. Pero, ¡qué lejos de lo esperado!: En primera plana se destacaba que una distinguida dama, presidenta del club de jardines, cumplía años; y que se había producido un empate entre los dos más importantes equipos de fútbol del país.

Tomado de:                   

De Cuentos y Leyendas

Néstor Zeledón Guzmán

Editorial UNA

Primera Edición, pág. 15

 

 

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Revisado el: 12/04/12 11:02:52 PM.

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