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DATOS AUTOBIOGRÁFICOS.

El Hombre

MANUEL GONZÁLEZ ZELEDÓN

De una carta a José M. Arce

24 de diciembre de 1864 / 29 de mayo de 1936

 

Washington, 21  de marzo de 1933

Mi querido José María:

Con el placer de costumbre recibí y leí su interesante carta del 18, con la que me devolvió las copias de "Elocuencia" y "Calvin Coolidge". Se la contesto por orden de asuntos.

Educación.—

1870-71, Escuela privada de doña Eusebia Quirós, en donde aprendí el abecedario y medianamente a silabear y decorar o sea leer cancaneando; Catecismo de Ripalda; contar hasta cien y hacer números dígitos con pizarrín y pizarra y uno que otro palote y curva, preparatorios para el curso de caligrafía que después hice bajo la dirección de mi padre, quien era uno de los mejores pendolistas de aquel tiempo. (Véase mi artículo "Para justicias el tiempo".)

De 1871-75, Escuela pública elemental bajo Chepe Céspedes, Adolfo Romero, Amadeo Madriz y Juan de Dios Trejos. Allí me distinguí de tal manera que, al fundarse el Instituto Nacional, fui escogido, en compañía de Nicolás Chavarría Mora, para ocupar las dos becas a que la provincia de San José tenía derecho. En ese Instituto, 1876-80, cursé enseñanza superior con el resultado que describo en mi artículo "Mi primer empleo", ganando todos los cursos, muchas medallas de primera clase en los concursos de oposición a premios y muy señalados elogios de mis profesores. La circunstancia de haber ganado todos los primeros premios (medalla de oro) en el quinto año, me daba derecho, ipso facto, a que se me confiriera cualquiera de los grados que el Instituto confería, a saber: Bachiller en Artes, Maestro de Obras, Perito Mercantil o Perito Agrónomo, según promesa formal del entonces Rector de la Universidad de Santo Tomás, de la cual era parte el Instituto, quien probablemente la hizo en la creencia de que quien obtendría ese honor sería su hijo Jorge Castro Fernández, pero como yo lo vencí, cuando yo pedí se cumpliera la promesa, me contestó que el reglamento exigía exámenes especiales, etc., etc., que él no podía excusar... Véase final de mi mencionado artículo "Mi primer empleo".

 

La gran pobreza en que se encontraba mi familia me obligó a trabajar todo el día y parte de la noche para cubrir nuestras necesidades y, estudiando sin maestros, aprendiendo prácticamente en el expedienteo de oficinas judiciales y bufete de abogados y notarios, adquirí suficientes conocimientos para llegar a tener a mi cargo,, bajo la inmediata vigilancia de su propietario Licdo. don Inocente Moreno, la sección notarial de su oficina de abogado y notario, considerada entonces como la de mayor clientela y una de las más acreditadas en todo el país. Fue en ella que, al ponerse en vigencia la nueva codificación, escribí y publiqué mi librito "Fórmulas usuales en el ejercicio del notariado", que fue usado por todos los notarios de aquel entonces y aceptado por el gobierno como correcto, después de oída la opinión de expertos jurisconsultos.

 

En 1889 fui a Bogotá y, estando allá, el gobierno de Costa Rica me nombró vicecónsul. Allá cultivé las bellas letras y escribí en varios periódicos bajo diferentes seudónimos, en su mayor parte acerca de Costa Rica. Durante los dos años y medio que pasé en Bogotá hice muy íntimas relaciones con notables prosistas y poetas colombianos: Jorge Isaacs, Jorge Pombo, Santiago Pérez Triana, Rafael Pombo, Roberto MacDouall, José Asunción Silva, Julio Flores, Samuel Velázquez, Rivas Frade y Rivas Groot, y otros cuyos nombres se han borrado de mi memoria. Ese roce me fue de mucho provecho como educación literaria y para formar mi estilo.

 

De vuelta en Costa Rica, tomé de nuevo a mi cargo la notaría del Licdo. Moreno, la que había decaído notablemente. Acepté después la oficialía mayor del Ministerio de Relaciones Exteriores (creo que en 1892), a la que renuncié pocos meses después y abrí mi propia oficina como procurador de negocios judiciales, en la que obtuve mucho éxito, contando con poderes de casas comerciales importantes y de muchos particulares, especialmente en Santo Domingo, a quienes manejé sus asuntos judiciales, especializándome en arreglos de mortuales y testamentarías y levantando títulos. En el intertanto escribía de cuando en cuando artículos de carácter político y asuntos de momentáneo interés que fueron dándome cierta nombradía, especialmente entre los opositores a la administración del Licdo. don José Joaquín Rodríguez. Establecí en compañía del Licdo. Moreno la primera litografía que hubo en Costa Rica y que imprimía, entre otras cosas, una hoja de caricaturas llamada "El Padre Español", la que fue perseguida por el gobierno y ocasionó acusaciones hasta en el propio Congreso.

 

Fui  elegido   (1895) (1) en la administración Yglesias diputado al Congreso por San José.

 (1) En realidad, debe haber sido en 1896 porque una gacetilla publicada en La Patria, de Aquileo Echeverría, No. 155, del 9 de abril de 1896, pág. 3, anuncia: "Entre los nuevos diputados electos figuran don Miguel Pacheco, don Manuel González Z. y don Francisco Vicente Sáenz. Todos son jóvenes y aman como se debe a su cara patria. Estos nuevos elementos, que llevan al Congreso sangre ardiente y juvenil vigor, puede ser que lo reanimen y hasta es probable que destierren del augusto cuerpo la anemia aguda de que padece hace ya tiempo". (Nota del editor).

    Milité en la oposición, en escasísima minoría, pero allí me distinguí por mis luchas para evitar manejos contrarios a los intereses del país, especialmente: establecimiento del talón de oro, para el cual el país no estaba preparado aún y que, como Ud. sabe, fracasó pocos años después de establecido; hipoteca a cortísimo tiempo y alto interés de las acciones (666,666) de Costa Rica en el Ferrocarril de Costa Rica que, como Ud. sabe, se perdieron por la miserable suma de poco más de cien mil libras esterlinas y nos quitaron voz y voto en los manejos de la administración de esa empresa; y nombramiento del presidente de Francia para arbitro en nuestra contienda de límites con Colombia (después Panamá) que trajo por resultado el que yo preveía: la pérdida de cerca de 18.000 millas cuadradas de nuestro territorio y finalmente el desastroso llaudo del Chief Justice Americano como escena final de la mencionada torpeza.

Fue a principios de mi actuación como diputado que rompí a escribir mis cuadros de costumbres (1895) en La Patria de Aquileo, diseminándolos luego en varios de los periódicos de entonces: (El Heraldo. La República, La Revista. Pandemónium, etc.)

Al final de la administración Yglesias, 1900-1902, fundé y edité mi diario El País. (Véase el prólogo, 'Con el autor", de mi libro La Propia). En ese diario, fundado para desquiciar a la administración Yglesias, escribía editoriales, gacetillas, cuentos, etc., con versatilidad asombrosa y, por ende, a vuela pluma, de donde se deduce que entre ellos hay poco de algún mérito literario. Al mismo tiempo colaboraba bajo distintos seudónimos en otros periódicos de oposición y lanzaba hojillas sueltas enderezadas a formar opinión entre las masas populares para la transición política que al fin triunfó, llevando a la presidencia al Licdo. Esquivel.

Durante esa larga y acongojada refriega cultivé las mejores plumas que entonces lucían en Costa Rica y algunas extranjeras como Chocano, Soto Hall, Julio Flores, Uribe Uribe y otros.

Pasada la administración  Esquivel,  que terminó  con  la traición que éste nos hizo en 1906, me vine a Nueva York y me establecí definitivamente aquí.

Ya en 1893 yo había estado de paso en Nueva York y había visitado también de paso Inglaterra, Holanda, Bélgica, Francia e Italia y, como mal que bien entendía y hablaba inglés, francés e italiano, juzgué que no me sería difícil obtener ocupación, lo que efectivamente ocurrió.

Desde aquí en Nueva York, esporádicamente escribí cuentos que enviaba a Costa Rica, en donde eran muy bien acogidos. Los contiene la segunda edición de Leí Propia y después de esa edición, 1921, he escrito no menos de quince, algunos de los cuales están inéditos, esperando poder llevar a cabo mi idea de una tercera edición que contendrá los mejores de mis cuentos publicados y no menos de ocho inéditos y con un prólogo que ha escrito el notable poeta y prosista Santiago Arguello, con quien cultivo muy buenas relaciones.

Escribí también en 1929 mi Oda a Costa Rica, primer ensayo mío en el campo de la poesía. Lo publicó en la Imprenta Alsina el Secretario de Educación Pública en Costa Rica, juzgándolo digno de ser leído en las escuelas y colegios de Costa Rica. Después he escrito algunas otras composiciones en verso, las que juzgo de poco mérito y muchas de las cuales Ud. conoce.

En Costa Rica fui aclamado miembro del Ateneo.

Por allá de los años de 1909 o 10 fundé en Nueva York, (2) con varios literatos latinoamericanos, americanos y españoles, el Círculo Literario Hispano que contaba con cerca de 600 socios y que dio varias veladas literarias que fueron muy lucidas y aclamadas.

(2) El Círculo Literario Hispano fue incorporado bajo las leyes del Estado de Nueva York y aprobó su reglamento el 19 de enero de 1911-Celebró su fiesta inaugural el 4 de abril del mismo año. El Círculo distribuyó después a sus miembros un folleto de 52 páginas en que estaban consignados el programa, los discursos y una crónica de la velada. (Nota del editor).

Fui su presidente y se me reeligió cada año durante los cuatro de su existencia. Allí pronuncié el discurso de inauguración y varios otros que publicaron periódicos españoles de aquí y de otras partes.

En unión de varios buenos españoles e hispanoamericanos reorganicé la Sociedad de Beneficencia Española de Nueva York, bajo el nombre de la Unión Benéfica Española, por allá por 1912, (3) y que aún funciona muy fuerte y con gran provecho; al retirar-' me de las faenas, cuando la vi próspera y en buen camino, por aclamación se me dio el título de presidente honorario de ella, único individuo particular que lo ostenta. Con frecuencia, en sus sesiones generales anuales, se me invita a pronunciar discursos de los que se muestran los socios muy satisfechos. Los ha publicado La Prensa de Nueva York.

De 1910 a 1915 desempeñé el cargo de Cónsul General de Costa Rica en Nueva York, ad honórem, por las difíciles circunstancias financieras del erario de Costa Rica. Con otros colegas fundé entonces la Asociación Consular Latinoamericana de Nueva York, para cuya presidencia se me eligió y reeligió hasta que renuncié al consulado.

En 1904 fue nombrado Comisionado General de Costa Rica para la exposición Internacional de San Luis, (4), cargo que desempeñé durante nueve meses.

 

(3)   Los estatutos de la  Unión  Benéfica  Española  (The Spanish Society) fueron aprobados y  puestos  en vigor el   15  de octubre de   1919,  según resolución adoptada por la Asamblea General celebrada el 29 de agosto de  1919  (Nota del editor).

(4)   "Costa Rica  presentó una extensa colección de cafés y cacaos; su exhibición  incluyó también  tacabo, chocolate,  frijoles,  fruta  seca,  vinos y una importante colección de fibras". D.  R.  Francis, The Universal Exposition of 1901.  St.  Louis.   1913; tomo I. pág.  463.   (Nota del editor).

 Por allá por 1924 fui nombrado inspector general de consulado de Costa Rica en los Estados Unidos, cargo que serví ad ho-nórem hasta que en mayo de 1932 se me encomendó la Legación de Costa Rica en Washington en el carácter de encargado de negocios ad interina el que estoy desempeñando.

En la sección literaria de The Times, de Nueva York, y The Tribune, de Nueva York, se publicaron críticas de mis cuentos, La Propia, y de mi Oda a Costa Rica, ambas de la pluma de Mrs. Muna. Lee, bien conocida y nombrada escritora americana que hoy es profesora de la Universidad de Puerto Rico.

Muchos de mis cuentos han sido reproducidos en España y en América y hasta se me ha pirateado mi libro La Propia por una casa editorial Española. (5).

Desde hace cinco años he venido trabajando en la formación de un vocabulario o vademécum, titulado El médico, la enfermera y el paciente extranjero, en seis idiomas (español, inglés, italiano,, francés, portugués, y alemán), que tiene por objeto facilitar a los médicos y enfermeras el hacerse entender de pacientes que hablan cualquiera de estos idiomas solamente. Todos los médicos que lo han visto lo han declarado útilísimo y hoy mismo está sometido al Congreso Médico Panamericano que está reunido en Dallas, Texas, el cual seguramente lo refrendará y recomendará a todos los miembros de la Asociación Panamericana. Tengo cartas muy elogiosas de los principales directores de esta Asociación Médica. Con este endoso, sobrarán editores que lo publiquen y distribuyan.

En Nueva York desempeñé el cargo de facturador comercial e intérprete en la Casa de W. R. Grace & Co., así como el de redactor de documentos legales en castellano; después el de jefe del departamento de

(5) El tomito 15 de la Colección Ariel, Magón, La Propia ) otros tipos y escenas costarricenses, San José, 1912, fue incorporado por entero a las Memorias de un semibárbaro (Novela), de Rafael Bolívar Coronado, publicadas en Madrid en 1921 por Editorial-América (Biblioteca Andrés Bello, 71), págs. 123-250. (Nota del editor).

clientes directos; de allí salí a ocupar el puesto de jefe de servicio de la Pan American States Asociation; y de allí fui llamado al desempeño del puesto de jefe de la división latinoamericana del departamento de comercio extranjero de la National Association of Manufacturers of the United States, el que serví por cerca de diecisiete años y del que salí para venirme a Washington al actual puesto. Con Grace estuve cerca de siete años.

En una u otra forma he dado conferencias en varias ciudades americanas.

Por encargo especial de la colonia española de Nueva York hice la presentación del gran dramaturgo español don Jacinto Bena-vente ante un auditorio de no menos de dos mil personas en el New York Theatre.

En 1922 fundé con otros la Cámara de Comercio Centroamericana y por diez años fui uno de los directores y su secretario perpetuo. En 1924 ayudé a fundar la Cámara Brasilera-Americana, la que me nombró su primer presidente, honor que decliné por no ser ni brasileño ni americano.

Y no recuerdo qué más cosas he hecho o ayudado a hacer.

¡Ah, sí! En 1906 fui profesor de castellano y literatura en el Liceo de Costa Rica y Colegio de Señoritas en San José.

Creo que fue en 1915 que fui profesor de castellano en la New York Evening High School, de Nueva York, y poco tiempo después se puso a mi cargo la clase de castellano comercial de la Sección de Wall Street, de New York University, cargo del que hube de renunciar por no ser ciudadano americano.

Un apretado abrazo de su invariable amigo,

MAN. GONZÁLEZ

 

 

 

Tomado de: Pórtico -  1963

Revista de la Editorial Costa Rica

Enero/abril 1963 No 1 año 1

P. 4,12

San Jose, Costa Rica

,

 

 

 

 

 

 

Cuadros de Costumbres

 

Novela

 

 

 

 

1937

 

Cal de concha

 

 

 

 

 

 

1933

 

El tren de las dos

El cacao del año

 

(1909)

 

La Propia (relato)

 

 

1925

 

Semper Fidelis

Quince a diez

¿Qué hora es?

 

Cuento

 

 

 

 

 

1924

 

Todo Pasa

 

1871

 

El clis de sol

 

 

1919

 

Para justicias, el tiempo

 

1925

 

Las cosas claras

 

 

1913

 

El mozotillo de Pochet

 

 

 

 

 

 

1910

 

La guerra franco-prusiana

 

 

 

 

 

 

1900

 

Dos de noviembre

 

 

 

 

 

 

 

 

El Tequendama (1898)

 

 

 

 

 

 

 

 

La muñeca del Niño Dios (1898)

 

 

 

 

 

 

 

 

Al baratillo (1896)

 

 

 

 

 

 

1896

 

Nochebuena

Un baño en la presa

Una Vela

Nochebuena

Un almuerzo campestre

Mi primer empleo

Un baño en la presa
Dos músicos
Un día de mercado en la Plaza Principal
Unos novios

Una obra de misericordia
Camañuelas
¿Quiere usted quedarse a comer?

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

         
 

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Revisado el: 04 de agosto de 2018 21:40:01 -0600.

 
 

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